En el universo de lo sensorial, imágenes y sonidos son los reyes de la fugacidad.

Energía pura que atraviesa nuestros cuerpos para perderse en el vacío y así reconfirmar su carácter transitorio.

Pero qué pasa cuándo esas ondas se vuelven experiencias. Se transforman en momentos imborrables que terminan alojados en nuestra memoria.

Recuerdos que con solo traerlos al pensamiento son capaces de hacernos sentir las emociones vividas en ese instante.

La inolvidable celebración de los 497 años de Santa Marta es un claro ejemplo de cómo lo efímero puede ser capaz de mutar a lo perdurable.

En la historia presente de esta ciudad costera una serie de eventos exitosos también dejaron en evidencia como tecnología, logística y organización son fórmulas ganadoras en la generación de grandes emociones y cifras nada despreciables:

150 mil visitantes, entre un 80 a 90% de ocupación hotelera y al menos un centenar de actividades debido al cumpleaños de la capital samaria, las Fiestas del Mar y la octava versión del Festival de Verano y Música al Mar, en simultánea.

Acontecimientos ambiciosos en producción, montaje y asistencia que desde su concepción y preparación se alinearon en un solo objetivo: la reactivación de Santa Marta como un destino turístico nacional e internacional, más competitivo y con mejores condiciones para los prestadores de estos servicios, buscando halonar la economía de la región y el país, soñando con un desarrollo que ayude a resolver problemas estructurales de su comunidad.

Así fue como en este contexto, se realizó la clausura de las fiestas. Un monumental concierto con artistas y agrupaciones ganadoras del Festival de Verano y la presentación del Grupo Niche y Lil Silvio y El Vega.

Una mágica proyección de luces y sonidos que al bailar con la arena, el mar y el viento nocturno de la bahía El Rodadero, hacían imposible imaginar un mejor escenario para un cierre.

Un espectáculo único que colmó de felicidad y orgullo a sus habitantes y gobernantes hasta el nivel de hacerlos creer y sentir que Santa Marta es merecedora en adelante de eventos de gran magnitud y calidad por su vocación turística, urbanística y cultural.